Sobre la Helms Burton: #CubaesNuestra y #lahabana también

Por: Ileana Ortega Pozo.

La entrada en vigor del título III de la ley Helms-Burton, suspendido por todos los presidentes de Estados Unidos desde 1996 hasta el 2 de mayo, es el último cartucho de la Administración de Donald Trump para ahogar al régimen cubano.
Revivir la Doctrina Monroe, es para Washington la última carta para asfixiar la Revolución cubana.

El mismo jueves 2 de mayo empezaron a presentarse las primeras demandas de ciudadanos estadounidenses contra empresas internacionales por lucrarse con propiedades confiscadas por el gobierno revolucionario. La medida, además, plantea un grave conflicto diplomático con terceros países.

El grupo de cruceros Carnival, con sede en Florida, es el blanco de las primeras dos demandas. Resulta que Mickael Behn, heredero de una familia originaria de Kentucky y dueña de la compañía Havana Docks en el puerto habanero, apenas podía contener las lágrimas a la salida del juzgado del distrito sur de Miami. “En los años sesenta, los Castro robaron las propiedades de mi abuelo y hoy, al fin, se ha hecho justicia”, decía.

Lo que no sabe Mister Behn es que esa historia está muy mal contada y es mucho más larga. Los cubanos, y en especial los habaneros no le debemos nada a nadie.

Esta ciudad, próxima a cumplir 500 años, toma su denominación de la fusión del nombre del santo escogido como patrón (San Cristóbal) y del nombre por el cual se le conoció en sus primeros asentamientos: Habana.

Aunque hay varias hipótesis del origen de este nombre, la más aceptada lo deriva del nombre de un cacique taíno llamado Habaguanex [abaguanéks], que controlaba la zona de su primer asentamiento.
O sea que ni americanos, ni europeos tienen ningún derecho sobre esta tierra.

La historia real es que a la llegada de Cristóbal Colón (España) a Cuba, la isla estuvo habitada por unos 300 000 aborígenes.

Y oigan bien. Eran pacíficos y amistosos, y estaban agrupados en tres grupos principales: los guanatahabeyes y siboneyes (no ceramistas) y los taínos (ceramistas).

Repito: pacíficos y amistosos. Pero fueron sometidos, engañados y aniquilados.
Y aunque la cultura aborigen fue prácticamente exterminada, se reconoce aún su presencia en comidas típicamente criollas, como el ajiaco, un cocido de carnes, tubérculos y vegetales; y el casabe, una especie de torta de yuca.
Su lengua se mantiene aún para denominar lugares de la ciudad de La Habana, como Uyanó (en la actualidad Luyanó), nombre con el cual se designa un arroyo y un barrio habanero; Guasabacoa, nombre de una de las ensenadas de la bahía habanera; y Guanabacoa, territorio que en la lengua aborigen significa poblado entre colinas y manantiales, y en donde quedan muy pocos de sus descendientes mezclados con otras culturas posteriores.
Entonces, volviendo al presente, los habitantes de La Habana de hoy, seguimos siendo pacíficos y amistosos, y además intransigentes, rebeldes, solidarios, revolucionarios y  para nada cobardes.
Que se preparen Mickael Behn y los que le sigan en sus macabras alucinaciones. Que guarden su dinerito para pagar abogados, si los pueblos nativos de norteamérica: Apaches, Blackfeet / Pies negros , Cherokees, Cheyenne, Chickasaw , Chippewa y Comanche, por sólo citar algunos, reclaman sus derechos usurpados por ricachones y transnacionales durante años.

A los cubanos no nos pueden someter, ni amedrentar y mucho menos aniquilar. Vamos a defender lo que por derecho nos heredaron nuestros antepasados. No se equivoquen Trump y su jauría. #CubaesNuestra y #lahabana también.

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