La cola del pollo al ritmo de la Covid-19

 Por: Ileana M. Ortega Pozo.

El día 70 de mi aislamiento por la Covid-19, o sea el martes 19 de mayo, decidí incursionar en la cola para comprar pollo. Mi intención era experimentar las sensaciones ya contadas y vividas por otros internautas de La Habana.

Desde el 11 de marzo en que se dictaron las primeras medidas de aislamiento y mucho antes, avizorando lo que se venía, yo había tomado mis precauciones y compré algunos alimentos para “protegerme” al menos por un tiempo.


Pero como nada es eterno y las reservas se agotan, a estas alturas no podía quedarme fuera de “la moda” y me aventuré a escanear mi Carné de Identidad (CI) y someterme a la tortura de la espera para comprar pollo, detergente y aceite.

Martes 19 mayo: escáner del CI en Ferconst y esperar frente a la tienda hasta las tres de la tarde, hora en que los compañeros cierran “porque si no le les va el transporte”. Ese día no alcancé a comprar el módulo consistente en un pollo entero, un paquete de hígado y 1L de aceite. La cola llegó hasta el 425 y yo con una numeración mayor debía esperar el próximo envío, previsto según averigüé para el jueves próximo.
Miércoles 20 de mayo: Más de cinco viajes de mi casa a la tienda en diferentes momentos del día para no perder la oportunidad por si acaso el pollo me sorprendía y nada.

Jueves 21 de mayo: Idem al miércoles.
En casa, mi esposo descubrió que desde la puerta se puede ver cuando llega algún camión y eso evita ir por gusto hasta la tienda. 

Viernes 22 de mayo: 10:00 AM y nada de nada.
Muy rápido me doy por vencida. Dudo tener deseos de continuar tras la ruta del pollo y estoy pensando continuar con mis nuevos hábitos alimentarios, dictados por la Covid-19, y espero incorporar algunos a mi cotidianidad.

Desde que comenzaron las medidas de aislamiento social, hoy en el día 73, mucho he escuchado, visto y hasta escrito sobre las colas y sus consecuencias, los peligros del contagio, la indisciplina.

10:15 AM Veo desde la puerta de casa el camión del pollo, acompañado del SOS de los vecinos ¡Llegóoooooooooo! y pude comprar.

Hoy le dediqué estás líneas al pollo, pero igual pasa con otros artículos de primera necesidad como aceite, detergente, leche, culeros, jabón o cualquier cosa; porque para mi la denominación de primera necesidad está dada en primera instancia por lo que la persona necesita en determinado momento.

No voy a entrar en detalles, pero ni todas las localidades son iguales, ni todas son atendidas desde el punto del abastecimiento de la misma manera. La decisión va de la mano de la iniciativa e inteligencia de los directivos de cada unidad. Yo sugiero además apoyarse en la inteligencia colectiva, se pude lograr. Escuchemos por favor.

Por ejemplo: en varios repartos del municipio Boyeros no llegan con la misma asiduidad los suministros que a las localidades de Playa, Plaza o Centro Habana, amén de que la cantidad de comercios en algunos lugares supera con creces a otros.

A alguien que trabaje a distancia y además sea el “elegida” por circunstancias de la vida, para buscar el sustento del resto de la familia, se le hace imposible seguir el paso de lo que marca hoy el ritmo de la Covid.

Todavía estamos aprendiendo de esta amarga experiencia que nos ha tocado vivir. El coronavirus y la Covid 19 nos plantean nuevos retos cada día. Con unidad y disciplina seguro ganamos esta batalla.

Comentarios