Por: Ileana Ortega Pozo
Hace unos días concluyó en La Habana, el
primer Festival Internacional de Radio Y televisión 2013, y quedé con muchas
expectativas, sobre el futuro desarrollo de los medios audiovisuales cubanos y
la calidad de sus propuestas.
Cada Lunes a las 8:30 pm Vivir del cuento,
nos convoca ante la pequeña pantalla con una nueva historia.
El programa ha logrado una calidad como comedia
de situaciones, avalado por diversos premios otorgados por el más observador de
los críticos: el público.
En esta última temporada con su elenco fijo,
y los invitados de ocasión, el guion nos ha acercado y familiarizado con
situaciones cotidianas y del acontecer noticioso que nos hacen reir pero
también llaman a la reflexión, toda vez que somos un pueblo preparado y culto.
Luis Silva, en el personaje de Pánfilo, presenta
a un cubano de la tercera edad, que junto a Chequera (Mario Sardiñas) y el
resto de sus compañeros son los
responsables de los conflictos y situaciones a desarrollar en veintisiete
minutos, y que el público identifica y reconoce porque retratan su entorno.
Ellos junto a Facundo, Aguaje y Bienvenido,
Cachita Caché, el carpintero Chacón, Evarista y Proscopito, presentan junto al
colectivo circunstancias y contextos que deben ser mejor tratados o al menos
con mejor y mayor intencionalidad.
Este 23 de septiembre, la trama trató la
preparación de las fiestas por el aniversario de los Comités de Defensa de la
Revolución, CDR, la mayor de las organizaciones de masas que tiene Cuba, y que
el próximo 28 de septiembre cumplirá 53 años de fundada.
Ahora bien, sin pretender hacer otro guion ni
cambiar la esencia, esta humilde periodista hubiera preferido un mejor
tratamiento para los cederistas, los directivos de la organización y hasta para
el escenario diseñado a tales fines.
La puesta en escena me deja un sabor amargo,
sobretodo porque se trata de un colectivo que ha demostrado inteligencia,
capacidad y respeto por su público.
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