Por: Mauricio Rodríguez Gelfenstein
"...y será también el mejor homenaje a Chávez"
El autor de este artículo fue Ministro de Comunicación del Gobierno de Chávez y en la actualidad es ministro asesor de la Embajada de Venezuela en España.
Después de un mes parece que por fin puedo escribir. En estos días, he pensado como analista, he sentido como uno más de los millones que somos, he pensado desde el espacio de trabajo en las distintas responsabilidades que me tocó asumir en estos años, pero se imponen los recuerdos cercanos y próximos; personales, pero de trabajo.
Un día me llamaron para designarme ministro. Me convertí en MINISTRO de Chávez. No fue tan difícil asumirlo porque ya había estado muy cerca, ya conocía de qué se trataba trabajar tan cerca del Comandante Chávez. A través de Andrés, Yuri, Teresa, Héctor, Jorge, Delcy y Sergio, amigos y hermano, ya sabía cómo se trabajaba con Chávez. Todos coincidían en el gran nivel de exigencia, en la pasión por el pueblo y en la autenticidad de su comportamiento.
Sabía mucho de Chávez, conocía su pensamiento político, su capacidad táctica y estratégica, pero sólo cuando trabajé con Chávez conocí sus angustias más profundas. Ninguna de ellas tenía que ver con su gloria personal; por el contrario, su preocupación siempre fue por el pueblo, por la necesaria continuidad de la revolución y la eficiencia del gobierno que dirigía, sabiendo que las estructuras heredadas todavía no habían sido destruidas para que naciera de una vez lo que tenía que nacer.
Otro día, volviendo de Colombia, tras normalizar las relaciones con ese país y su nuevo Presidente, Juan Manuel Santos, el Presidente Chávez nos llamó a su pequeña oficina del avión para hacer balance del encuentro y definir las nuevas acciones a desarrollar. Se le notaba pletórico. No solo se normalizaba la relación con Colombia, tierra amada por Chávez, era mucho más grande lo que acababa de ocurrir en la bella Santa Marta, en la casa donde Bolívar descansó por primera vez. Se acababa de dar un paso clave para seguir avanzando en la tarea integradora y de unificación de Nuestra América. En 2005, en Mar del Plata, el esfuerzo de años de los pueblos latinoamericanos y en especial de Chávez había permitido derrotar el Monroísmo que representaba el ALCA, ahora, se daba otro paso gigante para construir la CELAC, como primera expresión concreta de l a integración soñada por Bolívar y nuestros libertadores. Chávez lo estaba haciendo posible.
En ese contexto fue cuando Chávez, tras una larga y profunda reflexión, nos señalaba, con su estilo personal, la teoría revolucionaria del salto cualitativo, y que creo fue siempre su gran preocupación. El agua hierve a 100 grados, puede llegar a 99,9 grados pero seguirá siendo líquida, puede pasar horas, días y años a esa temperatura, pero sólo cambiará de estado, pasará a ser gaseosa, si llega a los 100 grados. Mauricio, esa vainita, esa es la VAINA, me dijo.
Chávez ganó las elecciones el 7 de octubre y estableció los lineamientos para ganar el 14 de abril. Chávez dejó un plan. Chávez nos legó el chavismo y su ideología socialista. Chávez nos legó las Comunas, como base de la nueva forma organizativa de la sociedad. Son muchos los legados del Comandante Chávez, pero insisto en destacar que Chávez nos legó el agua a 99,9 grados, nos falta 0,1 grado. Esa vainita, esa es la VAINA, el logro que nos toca alcanzar para dar el salto cualitativo que nos permita salir del capitalismo y construir el Socialismo Bolivariano. Esa vainita, esa es la VAINA, para alcanzar un nuevo modelo económico y productivo que genere las condiciones estructurales del cambio cualitativo en nuestras conciencias.
Compañeros, esa vainita, esa es la VAINA que nos toca alcanzar con mucho trabajo y planificación a partir del 15 de abril para garantizarle a las próximas generaciones un país y un continente de iguales y de justos, sin explotadores ni oprimidos. Esa VAINA será nuestro legado y nuestro mejor homenaje al Comandante Chávez.
Notas:
(*) En este escrito también expreso, eso creo, las ideas del colectivo de compañeros y compañeras con los que he tenido la posibilidad de trabajar en estos años, especialmente con aquellos que formamos equipo en esa etapa por el MINCI y VTV. Juntos vivimos intensamente la proximidad con el Comandante Chávez. Aprendimos mucho y forjamos nuestra amistad y lealtad común. Alguna vez, en el futuro cercano, tenemos la obligación de hacer el balance de esos días. Hoy todos seguimos caminando.
Mauricio Rodríguez Gelfenstein fue Ministro de Comunicación del Gobierno de Chávez. En la actualidad es ministro asesor de la Embajada de Venezuela en España.
Fuente: Aporrea org
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