Por: Ileana Ortega Pozo
La ley electoral cubana explica
claramente el carácter no obligatorio del sufragio y deja la decisión a la
libre voluntad de cada cual. Esto unido a la inclusión de oficio en los
listados de electores, así como la
masiva asistencia a las asambleas de nominación, ilustran la voluntad de un
pueblo con el poder político en sus manos.
Desde al vienes 21 y por espacio de 30
días estarán expuestos en lugares de
elevada concurrencia como bodegas, tiendas, supermercados o consultorios médicos cada una de las
circunscripciones los Registros Primarios de Electores.
Confeccionados de manera automática, sin
necesidad de trámites por parte de los votantes, y con carácter universal, los
registros reciben la máxima divulgación para que cada cual pueda darse cuenta
de si aparece o no, y solicitar, dado el caso, la subsanación de errores.
La transparencia en este paso del
proceso electoral permite que la información de los electores no sea manipulada
por nadie, y nadie podrá coartar derechos a ninguna persona, pues es de dominio
público quienes son nuestros vecinos en el barrio.
El fraude en los registros de electores
constituye caldo de cultivo para las campañas manipuladoras que orquestan los
grandes medios y consorcios de la información.
En Cuba, la Ley electoral norma cada
paso del proceso y garantiza total transparencia.
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