Ileana Ortega Pozo
ileanaypunto@yahoo.es
en Twitter @ileanaypunto
La práctica de oficios en Cuba ha permanecido en la sociedad a través de los siglos, pues ellos garantizan labores deficitarias y mantienen el equilibrio, no pocas veces amenazado, entre el desarrollo profesional y el resto de las necesidades sociales.
Gracias a la actualización del modelo económico cubano, en su constante perfeccionamiento, ahora se abren nuevos horizontes a muchas actividades manuales minimizadas en el tiempo, que con este renacer la población agradece.
Herreros, carpinteros-ebanistas, peluqueras y barberos, Limpiabotas, o sastres, cualquiera que sea la actividad de cada una de estas figuras no es ajena a sus miles de beneficiarios.
Con el surgimiento de nuevas formas de empleo alternativas al sector estatal, los cubanos ven una oportunidad de vivificar la práctica de oficios, en un contexto en que potencia la integración a esas labores, perpetúa la tradición, y contribuye al perfeccionamiento económico.
La garantía y continuidad del conocimiento de esas labores, tan necesarias como vitales, se sustenta -además de la transmisión de generación en generación-, con la formación en diferentes especialidades de decenas de miles de estudiantes en más de cien escuelas de oficios, otra alternativa a los niveles oficiales de enseñanza.
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La práctica de oficios en Cuba ha permanecido en la sociedad a través de los siglos, pues ellos garantizan labores deficitarias y mantienen el equilibrio, no pocas veces amenazado, entre el desarrollo profesional y el resto de las necesidades sociales.
Gracias a la actualización del modelo económico cubano, en su constante perfeccionamiento, ahora se abren nuevos horizontes a muchas actividades manuales minimizadas en el tiempo, que con este renacer la población agradece.
Herreros, carpinteros-ebanistas, peluqueras y barberos, Limpiabotas, o sastres, cualquiera que sea la actividad de cada una de estas figuras no es ajena a sus miles de beneficiarios.
Con el surgimiento de nuevas formas de empleo alternativas al sector estatal, los cubanos ven una oportunidad de vivificar la práctica de oficios, en un contexto en que potencia la integración a esas labores, perpetúa la tradición, y contribuye al perfeccionamiento económico.
La garantía y continuidad del conocimiento de esas labores, tan necesarias como vitales, se sustenta -además de la transmisión de generación en generación-, con la formación en diferentes especialidades de decenas de miles de estudiantes en más de cien escuelas de oficios, otra alternativa a los niveles oficiales de enseñanza.
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