Elvis Águila
Sumo los últimos encuentros y sin percibirlo, llega hoy el día de las madres y con él la necesidad de escribirte.
¡Caramba! Cuan difícil se me hace buscar palabras hermosas, que ya no haya dicho y que alegren a mi madre. Cuantos mimos. Cuanto quisiera estrecharte y regalarte sueños y alegrías.
Me miro y veo que tu hijo se esta poniendo viejo, ¿que te parece? Pues sí, te escribo y se me nublan los ojos en una mezcla extraña de alegría y tristeza. En ocasiones, antes de pensar en cosas bellas para ti me tiemblas las manos ¿Será la añoranza?
Hoy, al levantarme, mi musa me obligaba a decirte cuanto te quiero, pues no importa la distancia que nos separa y que engrandece mi amor por ti.
Este domingo de mayo veremos el día diferente y en milésimas de tiempo pasará por nuestras mentes, sin organizar, los cientos de aspiraciones que hemos tejido juntos.
Deseo que hagas de este un día maravilloso, mira por la ventana y aunque no haya sol siente sus rayos, palpa en tus manos la dicha y la buena ventura que la vida te dio.
Seguiremos juntos, porque en la distancia te abrigo, te sueño, te beso.
Te propongo, que a las siete de la mañana, hora que siempre cuelas tu café, nos confabulemos, y le atrasemos unas hora al reloj, para así ganarle tiempo a la vida para un encuentro entre los dos.
Que hoy, mañana y siempre reciba tu bendición, tus pasos sean seguros al andar y tu camino te lleve a la gloria.
Tu hijo.
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