Por: Elvis Aguila
Gemido de cansancio agradecido
brota de la entraña adolorida, que da vida, que da vida.
Frutos hinchados que amamantan, cual fuente interminable de bebida, tierna la semilla que alimentas, sin cicatrizar el dolor de tus heridas.
Perenne desvelo en tu existencia, lluvia de celos sin medida, me proteges, me acaricias, me das vida, me das vida.
Ráfaga de viento, fuego convertido en braza viva, si alguien sobre mi quisiera descargar su fuerza, entonces se transforma tu nobleza, tu ternura se convierte en fiera herida.
Eterno amor por tanto encanto, madre mía me das vida, me das vida.
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